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domingo, 1 de marzo de 2015

PATERAS

Hemos estado en la Albufera de Valencia pasando el día, disfrutando del paisaje, del sol, haciendo fotos… Es un sitio precioso, al que hay que ir si se puede.

Hay diferentes embarcaderos, y cabe la posibilidad de montar en barca y dar un paseo por la Albufera. Nosotros no lo hemos hecho, pero hemos estado observando muy de cerca aquellas bonitas “embarcaciones” y escuchando con atención las explicaciones que daban los que las manejaban a sus tripulantes.
 Por un momento, me he sentido mal. Me ha venido a la cabeza las famosas PATERAS.
 

Me he quedado observando una barca que tenía a escasos metros de mí, y he imaginado cómo sería ir en una de esas malditas pateras, rodeada de personas, unas encima de otras, mojada, con frío, con el vaivén de las olas… con la mente puesta en mi familia, la cual habría dejado en mi querido país, con la esperanza de encontrar un futuro mejor en el “paraíso” (me río yo del adjetivo paraíso).
Con el miedo en mis entrañas, de no saber qué pasará cuando llegue a mi destino, dónde ir, dónde comer, dónde dormir… y lo que es peor, el sentimiento de tristeza, de miedo, de no querer defraudar a los míos, de conseguir ser aquello que ansío, (que ansían) que todos los que me acompañan en este asqueroso viaje deseamos… ¿y si no sale bien? ¿Y si vuelca la patera? ¿Y si por culpa del miedo, nos ponemos nervios@s y nos empujamos un@s a otr@s y soy yo la que caigo? ¿Y si no consigo salvarme? ¿Qué será de mí? ¿Qué pensará mi familia?

He pensado, mientras miraba la barca, las penurias por las que pasan todas esas personas, (porque lo son), lo terriblemente doloroso que debe ser dejar atrás todo por “obligación”, la crueldad de algunas personas (porque también lo son) al recibirl@s en el “paraíso”, el escuchar nos quitan el trabajo, vienen a robar… tantas y tantas gilipolleces (con perdón de la palabra, o no).

He pensado en la primera llamada a esa madre que espera al otro lado del teléfono la llamada de su hij@ que vive en un piso compartido con otr@s tant@s, sin calefacción, sin camas… - Mamá, estoy bien, esto es precioso, me están ayudando, mi jefe@ me trata muy bien, te enviaré dinero muy pronto…

He pensado, “la suerte” que hemos tenido algun@s, de nacer al otro lado, de no tener que dar TONTAS explicaciones, de tener privilegios, caprichos, educación y sanidad pública, de abandonar si así lo decido…

De vuelta a casa suena en los 40, Hijos de un mismo Dios de Macaco …

Si somos hijos, hijos de un mismo dios
¿Por qué siempre caen los mismos, por qué? Oye, dímelo
Si somos hijos, hijos de un mismo dios
¿Por qué los ojos se nublan?
¿Por qué los ojos se acostumbran a todo este dolor?
 

Hoy ha sido un bonito día en la Albufera… desgraciadamente en el mar, para otr@s... no tanto.
 
ALBUFERA DE VALENCIA
 

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