No
me gusta hablar de las personas sin antes conocerlas, y ahora que ya son varios
meses de conocimiento, puedo hablar de él.
Es
mi sobrino, el segundo de ellos, cuando me enteré que estaba en camino, tuve un
sentimiento de duda: ¿Le podré querer tanto, tanto como quiero a su hermano? Y
la respuesta la obtuve justo cuando le conocí. No le quiero más, ni menos, cada
uno de ellos tiene un amor especial, a
los dos les amo con toda mi alma, y a los dos les amo de forma diferente, ni
más, ni menos… diferente. No sé cómo explicarlo con palabras, surgió en mi un
nuevo amor, un cariño nuevo…
Antes
de su llegada, su hermano ocupaba mucho espacio en mi corazón y ahora, creo que
mi corazón ha aumentado de tamaño, porque caben los dos de una manera brutal.
Va
a ser el niño más simpático del mundo, y no es porque yo sea su tía favorita (que
lo soy), es que ya se le ve, se ríe de todo, pero no tiene una risa de esa
vergonzosilla, de media mueca, no, no, mi niño es un descarado, se ríe a
carcajada limpia en tu propia cara, nos ha salido sinvergüenza. Cuando más me
gusta verle reír es cuando su hermano mayor le hace muecas y tonterías para
sacarle la sonrisa, que foto más bonita.
Es
un renacuajillo muy tranquilo, eso dice su madre y su padre, pero este va a dar que hablar, tiempo al tiempo (tiene
a quien parecerse).
Me
apetece que se haga un poquito más mayor para verle corretear por la casa, para
escucharle parlotear y que me derrita el corazón cuando me diga “tita”, jugar
con su hermano, pelear, ir de excursión, a la piscina… todo llegará.
Pienso
consentirles todo, por mucho que se queje su madre, he leído por ahí que las
tías y los abuelos están para consentir, y yo no pienso ser menos.
Estoy
orgullosa, y lo digo bien alto, porque tengo a los sobrinos que siempre soñé
tener, y estoy feliz de ver cómo van creciendo, y de ver las maravillosas
personas en las que se van convirtiendo, y no quepo en mí.
El
amor de tita es maravilloso, un amor dulce, tranquilo. Sencillo. Un amor que
perdurará siempre, porque siempre voy a estar ahí para ellos, para los niños de
mis ojos.
Adivina
cuánto les quiero…
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